Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la
corte:
Estoy fabricando un anillo muy especial. He conseguido un brillante fabuloso para engarzar en él. Quiero tallar en su reverso un mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa en el anillo.
Los sabios pensaron, buscaron en sus libros, pero no pudieron encontrar nada.
Un anciano sirviente del rey, con inmenso respeto, le dijo:
No soy sabio, ni erudito pero se me ocurre un mensaje que te podrá ayudar en los momentos de máxima desesperación. El anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey.
Estoy fabricando un anillo muy especial. He conseguido un brillante fabuloso para engarzar en él. Quiero tallar en su reverso un mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa en el anillo.
Los sabios pensaron, buscaron en sus libros, pero no pudieron encontrar nada.
Un anciano sirviente del rey, con inmenso respeto, le dijo:
No soy sabio, ni erudito pero se me ocurre un mensaje que te podrá ayudar en los momentos de máxima desesperación. El anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey.
El rey lo leyó
y le pareció muy adecuado, por eso lo mandó grabar en su preciado anillo.
El mensaje decía:
El mensaje decía:
"ESTO TAMBIÉN PASARÁ"
Hay momentos en nuestra
vida que parecen interminables. No vemos posibilidades, no
podemos encontrar un camino de salida y nos sentimos entrampados por la
situación, en un estado de confusión total.
Hay días que nos cuesta mostrar una sonrisa, ya que las horas en lugar de pasar nos pesan y nos duelen.
No encontramos paz ni sosiego dentro de nuestro corazón y no sabemos por donde empezar, mientras el sufrimiento se instala como el único estado de ánimo posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario