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viernes, 6 de febrero de 2009

La Sociedad Secreta Abakua.

Por abakuá o ñáñigo se conoce popularmente en Cuba al miembro de la sociedad secreta masculina Abakuá, la única de su tipo existente en el continente americano.

Esta asociación surgió en las primeras décadas del siglo XIX en los momentos de mayor hostilidad hacia el esclavo y el negro, quienes, ante el acoso, sólo hallaron un medio apropiado para evadir la represión: una agrupación mutualista bajo la expresión más desarrollada de su conciencia social, la religiosa.

Allá por la década de los cincuenta, un destacado plaza (jerarca) de la Sociedad Secreta Abakuá, expresó a un colega: "los ñáñigos son los masones de África, y nosotros, los cubanos, sus descendientes".

Según numerosos historiadores, agrupaciones abakuá o ñáñigos se conocían en Cuba ya en el 1836. Proliferaron en zonas de la Habana y Matanzas. Las Cofradías abakuá eran asociaciones secretas donde se conservaba las historias legendarias de su surgimiento en Africa, que permitía la creación de la estructura jerárquica, ordenaba las bases para un código de comportamiento tanto interno como para determinadas formas de conducta social. Estas eran secretas porque no se daba a conocer sus membresías ni poseían éstos documento alguno identificativo. Sus miembros practicaban la protección y socorro entre ellos, tratándose de "hermanos" entre sí. Esa fidelidad y espíritu de cooperación interna los convertiría en "potencias abakuá" ganándose el respeto y el temor de los demás grupos.

La primera sociedad de blancos llevó el nombre de Akanarán Efó Muñón Ekobio Mucarán. Su creador fue Andrés Facundo de los Dolores Petit, célebre también por sus aportes a la Regla de Palo con la elaboración del cuerpo conceptual y ritual de la variante Kimbisa.



Los antecedentes del abakuá o ñañiguismo se hallan en las sociedades secretas que existieron en la región nigeriana del Calabar, y su organización y contenido tiene como base una leyenda africana que narra la historia de la violación de un secreto por una mujer: la princesa Sikán encuentra al pez sagrado Tanze y reproduce su bramido en el tambor sagrado Eku.

El ñañiguismo no puede desvincularse de las creencias africanas acerca de la influencia que ejercen los antepasados (espíritus), por lo que en todas sus ceremonias religiosas se les convoca para garantizar el desarrollo del acto ritual, según rigurosas normas litúrgicas. La representación simbólica es el Ireme o diablito.

En todos los ritos se utilizan trazos o grafías llamados Ekeniyó, que constituyen un sistema ideográfico de señales para inmovilizar y fijar las representaciones de hechos globales. Tales símbolos se trazan con yeso amarillo y blanco y comprenden tres categorías, los Gandos, las Firmas o Anaforuanas y los Sellos.

Los Gandos representan situaciones complejas del ceremonial, se trazan en el suelo y sobre ellos se colocan diferentes objetos del culto y se sitúan los dirigentes religiosos (Plazas).

Las Firmas o Anaforuanas representan a cada una de las jerarquías que integran la estructura de los abakuá y cumplen una función consagratoria cuando se trazan sobre determinados elementos del ritual.

Los sellos son la representación o identificación de cada juego o potencia abakuá, de los que existen 123 en toda Cuba.

Dentro del ñañiguismo se reconocen varias jerarquías. El Indisime es el aspirante a entrar en una potencia, mientras el Obonekué es un hombre ya iniciado. Plaza es una jerarquía vitalicia que ocupa un puesto relevante dentro del juego y está encargado de preservar y hacer cumplir las normas y principios rituales y sociales. Títulos de Plazas son Iyamba, Mokongo, Ekueñón, Nkrikamo, Nasako y otros.

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